Cómo Estar Totalmente Dedicado a Dios

Salomón amaba al Señor y siguió todos los decretos de su padre David, excepto que Salomón también ofrecía sacrificios e incienso en los lugares de culto locales. El más importante de esos lugares de culto estaba en Gabaón, así que el rey fue allí y ofreció mil holocaustos. Aquella noche el Señor se le apareció a Salomón en un sueño y le dijo: “¿Qué quieres? ¡Pídeme lo que desees y te lo daré!”

1 Reyes 3:3-5

Salomón amaba profundamente a Dios. No limitó su adoración a un solo lugar ni a un solo momento: adoraba a Dios en todas partes. Su amor y devoción conmovieron tanto el corazón de Dios que Él lo visitó en un sueño y le ofreció todo lo que deseara.

Cuando estamos totalmente dedicados a Dios, nuestro amor va más allá de las palabras o las canciones. Lo adoramos con cada parte de nuestra vida: nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestros recursos y nuestro corazón. La verdadera devoción es un estilo de vida de adoración que pone a Dios en primer lugar en todo.

1. Sabiduría y Entendimiento

“Ahora, Señor mi Dios, tú me has hecho rey en lugar de mi padre David, pero soy como un niño pequeño que no sabe cómo actuar. Y aquí estoy en medio de tu pueblo escogido, una nación tan grande y numerosa que no se puede contar.
Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo y sepa distinguir entre el bien y el mal. Porque, ¿quién por sí solo puede gobernar a este gran pueblo tuyo?”

1 Reyes 3:7-9

La humildad de Salomón abrió la puerta a su grandeza. No pidió riquezas, fama ni poder: pidió sabiduría y entendimiento. Esa sola oración marcó toda su vida.

Cuando buscamos la sabiduría de Dios por encima de todo lo demás, Él nos da entendimiento e intuición que también nos distinguen. La sabiduría nos ayuda a liderar, decidir y amar como Jesús. Moldea nuestro carácter y nos da favor con los demás. Y cuando otros ven ese tipo de sabiduría en nosotros, eso glorifica a Dios.

2. La Mente de Dios

“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.”

Proverbios 3:5-6

Cuando nos conectamos con la mente de Dios, nunca nos faltan respuestas. Aunque carezcamos de recursos, nunca nos faltará sabiduría. Los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros, y Su perspectiva siempre conduce a la victoria.

Sea lo que enfrentemos—ya sea un desafío financiero, un problema en una relación o una decisión sobre el futuro—la sabiduría de Dios tiene la solución. Cada avance en nuestra vida vendrá de aplicar Su sabiduría a nuestra situación. Su entendimiento trae dirección, paz y éxito divino.

3. El Poder de Mantenerse Cercano

El éxito de Salomón no solo vino de la sabiduría, sino de su cercanía con Dios. Su proximidad a Él lo posicionó para recibir favor divino. Dios no solo quiere compartir Su sabiduría con nosotros; quiere una relación con nosotros.

Cuando nos acercamos a Él, nuestro corazón empieza a reflejar el Suyo. Cuanto más cerca estamos de Dios, más pensamos, actuamos y respondemos como Él. Nuestro carácter crece, nuestra visión se expande y comenzamos a caminar en las promesas que Él preparó para nosotros.

4. Dedicando Tiempo a Dios

Si la fortaleza de Salomón vino de su intimidad con Dios, la nuestra también. En un mundo ocupado y lleno de distracciones, el tiempo con Dios debe ser intencional. Es fácil llenar nuestra agenda con todo menos con lo que más importa, pero dedicar tiempo para estar quietos en la presencia de Dios es donde ocurre la verdadera transformación.

Cuando priorizamos a Dios cada día—por medio de la oración, la adoración y Su Palabra—nuestro corazón se alinea más con el Suyo. Es en esos momentos de quietud donde Él nos renueva, nos da claridad y nos llena de Su paz. El tiempo con Dios nunca es tiempo perdido; es lo que nos mantiene totalmente dedicados y espiritualmente fuertes.

PENSAMIENTOS FINALES

Cuando estamos totalmente dedicados a nuestro amor por Dios, no solo lo adoramos con nuestra voz y nuestras canciones, sino también con nuestros recursos, nuestros talentos, nuestros dones y nuestro tiempo.

Cada desafío que enfrentamos es una oportunidad para aplicar la sabiduría de Dios—y cada vez que lo hacemos, experimentamos un avance.

A medida que nos acercamos más a Él cada día, nuestro corazón es transformado, nuestro entendimiento se profundiza y comenzamos a caminar en la plenitud de Su plan—nuestra tierra prometida.